chispean con las luces de los coches.
El alma muda de esta habitación
se convierte en grito y silencio de muerte.
La miro.
Se desliza transparente
para humedecerme el alma
y me resfrío.
Mis defensas están bajas;
la fiebre y el insomnio
me van a hacer más fuerte.
El frío de mi flexo encendido
es como la Luna, intocable y silente.
El mar me arrastra hacia la rendición
y yo soy el único a quien no ha vencido.
Alberto García Aznar ♪
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