24 dic 2015

Bajo el calor de este flexo

Las noches se hacen más dulces
bajo el calor de este flexo.

Cuando el mundo, dormitando,
vive historias, crea sueños
que mañana, ingenuamente,
lamentarán "no son ciertos",
yo me hallo trazando versos
para plasmar, en efecto,
que no lo son.

Mas ¿quién necesita sueños
pudiendo vivir intensos
los momentos?

        * * *

Del frío nocturno de mi alrededor
me alejo.
Lo traen esqueletos de cristal guardado
en cajas de acero decoradas con dibujos,
grabadas con mi nombre.

Prefiero seguir aquí
aletargado.
Atrapado dentro de este prisma esperpéntico,
emocionante y mal iluminado,
pero acogedor.
Capaz de, mínimamente, acoger vida
con la luz de un ebrio foco
presa de saturación.

Sin el calor de un Sol
ni tú a mi  lado.

Entre texto y tempo,
marcado,
la Luna me acoge.
Y es entonces, que por verla
ellos simplemente duermen
y yo salgo al exterior.
Desprotegido.

Las noches nacen más dulces.



Alberto García Aznar ♪  





9 dic 2015

Recaída


En frecuentes ocasiones durante esta reciente grieta temporal me propuse una pregunta. ¿Debería regresar a este lugar? ¿Deberían tantas observadoras letras volver a unirse en comunidad para poblar estas iluminadas habitaciones?

Ha pasado un largo tiempo, y la vaga sensación de que un rincón de la red y del espacio se estaba quedando vacío me corroía por momentos. La relatividad del tiempo de la que tanto hablan ilustres físicos y teóricos se hace presente cada vez que digo que todo ha pasado demasiado rápido últimamente. La cuestión es que, cuando las cosas pasan demasiado rápido, todo lo que se aproxima hacia ti, certero y con determinación, se te viene encima como un potente fogonazo de visión y conclusiones, haciendo que un cambio potencial y paulatino se convierta en una mutación instantánea y descontrolada. Y, con ello encima de nuestras espaldas, el viaje sigue. Igual de deprisa. Y con él la incertidumbre de si realmente merecía la pena escribir con tinta luminosa sobre la pared de este lugar. Todavía me lo sigo cuestionando, en un momento en el que esa mutación que mencionaba me vuelve, quizá, cada vez más oscuro, esquivo y huidizo a la hora de sacar a relucir todo lo sentido, meditado y apuntado entre mi cabeza y pequeñas páginas de momentos extraños.

No obstante, es muy recomendable pararse a descansar. Mirar alrededor, respirar y, como tantas veces pongo en práctica, hablar con uno mismo. Hazlo, no cuesta nada. Ojalá la gente hablara también consigo misma. Y es que cuando lo haces y conversas, viajas y meditas, puedes hallar una bonita fuente de respuestas. Como aquella que me hizo pensar de nuevo en todo lo que me queda por hacer aquí, un lugar que me ha ayudado, aportado y construido. Ya no soy el mismo, pero a la vez lo soy. De modo que jamás volveré al punto de partida, pero tampoco abandonaré la idea de que alguien ha de pilotar una nave espacial como esta, aunque a veces se quede dormido y encienda el piloto automático creando una brecha espacio-emocional.