30 sept 2015

Caligrafía

Observa mi caligrafía gris y distorsionada, y dime si con ella quieres que escriba tu nombre.

Ojos pensantes

Quiero que mis ojos permanezcan inyectados en la sangre del silencio,
que se dilaten mis pupilas al regenerar tu imagen en mis pensamientos.
Aunque solo sean eso, pensamientos.

Insomnio voluntario

Hoy es uno de esos días en los que me propongo no dormir. Días, mejor dicho noches, en los que me apetece refugiarme en la habitación más remota de mis pensamientos, mirando la Luna desde la ventana. Quiero notar un siniestro escalofrío en mi espalda a las cinco de la madrugada. Sentir mis músculos alcoholizados por el sueño, y mantener abiertos los ojos para observar la más tranquila belleza subyacente en los abismos.

Hoy pienso ser ese silbido cuyo eco resuene por las calles vacías, el oscuro individuo que no se pare a la luz de las farolas.

Entumeceré los músculos de mi espalda en la incómoda silla de mis meditaciones, empuñando bolígrafo y papel como arma de doble filo. Estoy dispuesto a tener a la cafeína como acompañante, como tantas veces hice y tantas que quedan por llegar. Tengo ganas de adentrarme en plena oscuridad, alumbrando mi cuarto con el triste flexo que aguantó desvelos, palabras frustradas y grisáceas armonías. Deseo desvelarme con mi reflexión nocturna, después de echar a la duda que durante el día me durmió.

Esta noche me pondré a escribir lo que quiero en vez de lo que debo. A hacer lo mejor posible esta terapia para el pensamiento. Esbozaré renglones con esfuerzo, y los desecharé sin reparo alguno hasta que logre llegar a la combinación óptima. Estaré dispuesto a recordarte y a plasmarte recostada en mi esperanza, con palabras, dulcemente. Admiraré la belleza de este mundo, la felicidad, las estrellas y tu luz, una vez más, para después volver a mi refugio conmigo mismo y con la incertidumbre.

No  me importa aparecer mañana con unas apabullantes ojeras. Ayer no quise dormir y, como siempre, mereció la pena.