5 abr 2016

El día en que este blog pareció convirtirse en un blog de poesía

Todavía recuerdo el momento en el que abrí las puertas de este lugar. Quería hablar de todo, cuando hasta entonces no había querido (o quizás no me había atrevido) a hablar de nada. Quería poner orden en una habitación caótica y siempre cambiante llamada mi mente; en parte así fue. No llevo una trayectoria amplia en el mundo de los bloggers, y seguro que mis escritos son infinitamente mejorables; sin embargo, tengo la suficiente certeza como para percibir que este lugar ha cambiado bastante respecto de como empezó, habiendo empezado también de forma distinta a como lo concebí.

He de admitir que, en un principio, pretendía filosofar. Pretendía expresar mi visión del mundo desde un lugar abierto y accesible a todos los públicos, quería expresar mi forma de mirar y de concebir cada elemento de la realidad a nuestro alrededor. Siempre me ha gustado la filosofía, no negaré que tengo la mía propia. Pero no lo hice. Podemos fijarnos, filosóficas quizá tenga dos o tres entradas; a partir de ahí puede verse claro cuál es el pie del que cojeo. El punto de inflexión, sobre el papel, podría ser una entrada un tanto rota cuyo título recuerdo constantemente y que nunca seré capaz de volver a trazar. Pero esto solo sobre el papel, porque realmente el punto de inflexión fui yo. Algo cambió, tanto fuera como dentro, tanto para bien como para mal; para convertirme en alguien nuevo y a la vez ser más yo que nunca. Siempre agradeceré un giro como aquel, aunque difícilmente seré capaz de expresarlo con palabras, sé que sería algo que no interesaría ni a ti ni a nadie.

Pero aquí estoy. Cualquiera diría que la Nave Espacial Perdida se ha colgado al cuello el cartel de club de la poesía y, realmente, tampoco falta razón. Será complicado que me vea capaz de filosofar más aquí, aunque tenga más temas que nunca sobre los que compartir mi visión, y en cambio quizá siga cediendo protagonismo a mi vena más literaria, como una vía de canalización de mis inquietudes ante un público silente e invisible. Nunca quise cambiar de rumbo, pero el rumbo cambió y, afortunadamente, me he dado cuenta de ello. Seguiré escribiendo en verso mientras pueda, mientras me vea capaz y siempre y cuando me atreva. Trataré de dar lugar a la prosa, como deseo y como es obvio, variando temas si me siento cómodo, porque me he dado cuenta de que siempre quiero escribir a tal efecto y nunca se me ocurre. Aquellos pensamientos escritos en corte ensayístico sobre la realidad, la metfísica, la ética o la vida deberán esperar, posiblemente por siempre en mi cabeza - quizá la verdadera y original nave espacial -, o posiblemente no, posiblemente te la cuente de tú a tú, pero sería muy extraño que tuviera el coraje para hacerlo. Mi interior es un tanto raro. No soy yo, es él. Somos los dos, que hemos cambiado y ahora todo a nuestro alrededor es diferente.

¿Verso y algo más en La Nave? Temo que sí, sin dudarlo.
¿Para siempre? Ni yo sería capaz de asegurarlo.

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